Las autoridades de Morena y las personas que aspiran a la candidatura presidencial iniciarán esta semana la construcción y validación del tema más importante y áspero referente a las encuestas: La posibilidad de auditar los resultados para dar certeza y legalidad a todo el proceso de selección.
En esa mesa de negociaciones deberán determinar también si será el órgano interno partidista o comité de elecciones quien defina el diseño metodológico de la investigación, la selección de la muestra e interpretación de los datos o serán las mismas casas encuestadoras las que por su experiencia puedan proponer y ejecutar lo conducente.
De acuerdo a especialistas en demoscopia electoral -que fueron consultados para esta columna-, indican que la selección de la muestra es el aspecto más crítico en cualquier encuesta y que de no tener una escrupulosa esquematización puede impactar significativamente en los resultados.
“Una muestra bien diseñada debe ser representativa de toda la población que se está estudiando, es decir, que todas las unidades de muestreo tengan la misma probabilidad de ser seleccionadas. Si la muestra está sesgada o mal diseñada, puede llevar a conclusiones erróneas y afectar la elección advirtieron.
A pesar de este escenario tan delicado la y los aspirantes junto con las autoridades del Movimiento de Regeneración Nacional aún no deciden si apostar por criterios políticos o inclinarse a favor de la profesionalización y rigor científico de la investigación que determinará quién podría ser la o el próximo aspirante oficial presidencial.
Otro de los retos mayúsculos que enfrentan los partidos políticos, no solo los del sector oficialista, sino también los opositores es la transparencia e imparcialidad de selección de las casas encuestadoras. Todos los partidos, sin excepción, y las personalidades del oficialismo han sido clientes y contratantes frecuentes de las empresas que más se mencionan para realizar el estudio de opinión pública definitivo, lo que hace que se despierten suspicacias.
A pesar de lo escabroso del camino de las encuestas, ni las autoridades electorales ni las asociaciones mexicanas que aglutinan colegiadamente a las empresas encuestadoras se han pronunciado al respecto ante la inminente y alta posibilidad de que alguna persona o partido inconforme pueda hacer válido su derecho a disentir o ponga en duda a la industria.
En el Frente Amplio por México ya hay inconformidades por la opacidad del proceso de selección interna, y en Morena tampoco hay esa tersura deseada en la negociación. El excanciller pide una muestra aleatoria, el senador con licencia pide sorteo de las casas encuestadoras, los otros aspirantes proponen un tándem o hacer un solo equipo conformado por varias empresas.
Sin menos cabo de la determinación a la que lleguen los dirigentes de los partidos o sus comités conformados por exconsejeros electorales o únicamente por cuadros políticos, transparentar el resultado de las encuestas será la exigencia máxima y el punto de disrupción preelectoral a menos que se llegue al acuerdo político de que estos estudios sean debidamente auditados por una entidad independiente y objetiva que pueda evaluar el proceso sin prejuicios.
La auditoría de las encuestas implicaría una revisión detallada de la metodología, de la selección de la muestra y la ejecución de la encuesta, con lo cual -en breve tiempo- podrían dar validez, certeza ante una posible desavenencia, apuntan los investigadores entrevistados.
En suma, técnicamente, la auditoría es viable y se puede llevar a cabo con la ayuda de expertos en estadísticas y metodología, y blindar el resultado antes de hacerlo público, no obstante, se antoja lejano que las empresas seleccionadas estén dispuestas a que fueran revisados sus trabajos por su competencia nacional o internacional y mucho menos que acepten que se dijera que hubo hallazgos e irregularidades.
Tal vez solo quede confiar en el correcto diseño de la muestra, la confiablidad de los resultados, la certeza de los datos de las encuestas espejo y en el prestigio y reputación de las empresas contratadas por el Frente o por Morena. A lo mejor también solo nos quede confiar y creer en la palabra de las y los políticos quienes anuncien los resultados y apostar por la sana civilidad de las y los derrotados.
Revestir de legitimidad un proceso de selección interna de candidatas y candidatos presidenciales, implica un proceso estratégico de comunicación que contemple disipar todos los escenarios de riegos posibles, pero es posible que veamos, aunque no lo deseamos, muchas ocurrencias e improvisaciones para justificar que se puede tapar el sol con un solo dedo.
Es tiempo de estrategia. Estamos en campaña.
@Javoesquivel.
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