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  • Foto del escritorJavier Esquivel

Los portavoces de las aspirantes presidenciales

Hoy ser portavoz implica preparación, credibilidad, pero sobre todo una estrategia electoral especializada para sumar y restar votos a través de declaraciones en los medios de comunicación

Durante los últimos días las dos principales contendientes a ocupar la Presidencia de la República en México han tratado de conformar, sin mucho éxito, un equipo de vocería que les acompañe los próximos nueve meses en sus aspiraciones.


En el oficialismo no fue tan bien recibida la presentación de su vocero, a pesar de que el legislador con licencia logró un lugar importante en la encuesta que definió quién tendría la candidatura.


Diferentes voces al interior del movimiento manifestaron en medios de comunicación que el nombramiento y la responsabilidad de la vocería respondía más a una cortesía política para sumar a todos los participantes de la contienda interna y no como una brillante táctica para dar respuesta a las necesidades de una campaña presidencial.


Estas expresiones no son del todo ajenas de la realidad, los resultados de la encuesta de la 4T suman nivel de conocimiento y otras variantes, pero no arroja elementos suficientes como para determinar que el ahora jefe de voceros presidencial sea el más empático o el que genere el mayor vínculo afectivo con votantes no identificados con Morena.


Suena complejo pensar que el vocero designado logre conectar, comunicar y convencer a votantes indecisos de la clase media alta o para lograr los 35 millones de votos que anunciaron buscarían.


Quizá el perfil sea más adecuado para hacer una férrea defensa a los intereses y propuestas de la candidata, lo cual, hasta ahora no ha sucedido. La aspirante del oficialismo se ha visto sola, defendiéndose de los temas del momento contra su trayectoria académica o la de su postulante a gobernar la Ciudad de México.


La vocería electoral en una campaña presidencial amerita no solo el defender, atacar y contraatacar. Se requieren habilidades de portavocia más estratégicas, y con más audacia para sumar y no perder adeptos.

Este tema cobra mayor importancia cuando la aspirante a la que se representará -en todo tipo de audiencias- se mantiene en el primer lugar de las preferencias electorales y es la rival a vencer.


La estrategia electoral de portavoces obliga a integrar, motivar, movilizar a tu voto duro; a generar confianza y entusiasmo de la gente que respondía a otro aspirante; a convencer al elector fluctuante, por mencionar algunas tácticas para sumar votos.


En la oposición las cosas no son mejores; varios personajes han declinado a fungir como voceros de la aspirante. Senadoras, senadores y otros exlegisladores han preferido ayudar en otras funciones de bajo perfil mediático y no exponer su imagen y reputación en una lucha que hasta ahora parece muy desigual.


Los portavoces tradicionales del panismo y del priismo, incluso los más belicosos, prefirieron hacerse a un lado que arriesgar nueve meses de alto golpeteo. Solo las excandidatas presidenciales han aceptado tímidamente apoyar, pero no ser la cara mediática de la campaña.


El reto de ambas presidenciables por integrar un buen equipo de comunicación y portavocia no es menor, ya que nunca como antes ha sido tan importante ser un buen vocero en tiempos convulsos y polarizados de campaña presidencial.


Esta tarea, como dicen algunos especialistas, requiere ofrecer respuestas a un conjunto de problemas de gran profundidad en una época de alta incertidumbre, pero sobre todo cuando es indispensable evitar la sobre simplificación o la exageración de la realidad como hasta ahora todas las fueras políticas han hecho a través de sus discursos y voceros.


Hoy ser portavoz implica preparación, credibilidad, pero sobre todo una estrategia electoral especializada para sumar y restar votos a través de los medios y capitalizar el humor social, las preferencias electorales, la coyuntura, el manejo de las crisis, pero sobre todo saber controlar y medir los tiempos de cada declaración.


Quizá los cuartos de guerra de las dos aspirantes nos den próximamente la sorpresa y se elijan voceras y voceros con alta credibilidad y que aborden los temas más urgentes del país con seriedad y consistencia.


Hagamos lo que esté en nuestro alcance para preparar y capacitar portavoces que no sean fríos y lejanos a la realidad que expresan y aseguran conocer.


Rompamos con la tendencia de buscar portavoces de alta disrupción mediática, con perfiles de sabelotodo, perfeccionistas y altamente belicosos. Es la hora de comunicar con estrategia, estamos en campaña.


@javoesquivel.

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