Es una realidad que las mujeres mexicanas ocupan más puestos de elección popular y cargos directivos que en otros momentos. Espacios que han conquistado con el esfuerzo de muchos años y con buenos resultados en su gestión.
Las mujeres en política se han reafirmado y comprobado que la comunicación estratégica no solo es la vía para romper estereotipos, sino también el camino para consolidar nuevos y diferentes modelos de liderazgo.
El visibilizar y hacer valer el peso de sus liderazgos en entornos políticos dominados en años anteriores por los hombres no ha sido nada fácil. Cada una de las líderes mexicanas han plasmado diferentes estilos y modelos para hacer campaña, para gobernar, para legislar y hacer política.
La diversidad es rica en ejemplos, pero la constante es solo una: Comunicar con estrategia.
Tantos son los casos de estudio como de éxito que muchas otras mujeres mexicanas han decidido también trazar su propia historia y dejar huella en cada uno de sus cargos.
Ellas saben que ha llegado la hora de trasformar y conquistar más espacios públicos y de decisión que los que las leyes de equidad y paridad les garantiza.
Ellas están muy fortalecidas y son conscientes que en breve obtendrán más espacios de poder y de autoridad en la vida pública. Saben que con estrategia y la asesoría profesional podrán ir eliminando obstáculos y lograr sus metas político electorales.
Las políticas mexicanas buscan ser diferentes entre sí, posicionarse de forma única, ser más competitivas y memorables en cada cargo que ocupan. Saben que en la competencia política nunca nadie les ha regalado nada, por ello, han agudizado su visión estratégica.
Sin llegar a la disrupción proponen y construyen soluciones que los gabinetes y asesores de los gobiernos que acompañan no han podido encontrar. Ellas tienen esa capacidad de ver un poco más allá, de prever escenarios, de comunicar y actuar en consecuencia.
En el Congreso son la voz de los que no la tienen, encabezan causas, visibilizan y transforman los problemas de minorías a temas de atención inmediata por parte del gobierno local y federal.
Su comunicación está dirigida a conectar, comunicar y convencer a todo tipo de votantes de sus distritos. Saben que hay que buscar la reelección día con día.
En sus casas de gestión se defiende al que menos tiene y más lo necesita. Gracias a ellas, esos lugares han dejado de ser subsedes de sus partidos, hoy son sitios donde tiene lugar la atención comunitaria.
Conocen el valor de las redes sociales en las que no solamente son reflejo y personalización de su trabajo en el Congreso o en la vida política, sino que son canales de gestión digital y de activismo político electoral. Saben que las publicaciones de “selfies” frívolas y efemérides sin sentido ya son obsoletas para vincularse con la gente.
Ellas, candidatas, legisladoras, regidoras o directoras en sus gobiernos son conocedoras del valor de comunicar con estrategia, de aprovechar su carisma, la sencillez y la transparencia que les caracteriza.
Capitalizan todos sus atributos y fortalezas personales, cuidan cada vez más su físico e imagen y su forma de hablar; son elocuentes con los medios de comunicación e invierten en su capacitación profesional y en su estilo de vestir, pero sin descuidar en ningún instante el fomento y fortalecimiento de sus principios y valores.
Ellas abanderan y defienden causas populares, pero también luchan por lograr sus metas comunitarias y personales. Definen con precisión, sensibilidad y con intuición que les da la experiencia los temas prioritarios de sus agendas políticas.
Ellas encabezan un nuevo modelo de legisladoras, regidoras, candidatas y directoras de gobierno que cada vez son más preparadas intelectualmente que gozan de mayor sensibilidad social, pero también con altos índices credibilidad, confianza y aceptación que sepulta la frivolidad de la política de cuotas y cuates de antes.
Ellas son las que hoy rompen con cualquier estereotipo de género; ellas son las que hoy ganan elecciones y enriquecen el debate público en México.
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